10 de Novembro - La Verdad Digital

Presupuesto para la familia 

Suena bien la música del Plan Integral de Apoyo a la Familia aprobado esta semana por el Consejo de Ministros, pero habrá que esperar a la letra porque de momento no se ha asumido ningún compromiso económico en concreto.

Lo alumbrado por el Gobierno es un conjunto de buenos propósitos, en palabras del titular de Trabajo y Asuntos Sociales «un marco de prioridades para los próximos tres años».

No hay medidas de aplicación inmediata, sino diez líneas estratégicas a desarrollar hasta 2004, y siempre que colaboren las administraciones autonómicas y locales.

Coinciden los estudios sociológicos en que para los españoles la familia es la institución mejor valorada, conviviendo el 80 por 100 de la población en este marco.

También es unánime el diagnóstico que adjudica a España una de las más bajas tasas de natalidad del mundo, a la vez que observatorios como la OCDE testifican sobre la escasa ayuda pública a la infancia, más precaria aún cuando se trata de la tercera edad.

A esas carencias quiere hacer frente un Plan que, dominado por criterios fiscales, se queda corto a la hora de contemplar todos los ámbitos que confluyen en el sostenimiento de la institución familiar.

Debe ser bienvenida la reforma del IRPF en unas desgravaciones que permanecían varios años congeladas, pero siendo las medidas fiscales un instrumento idóneo en las políticas sociales, éstas no deben olvidar las ayudas directas pues se trata de dos vías complementarias, como se demuestra en los estados miembro de la UE, dentro de la cual España se sitúa a la cola de los incentivos o subvenciones para la familia.

El acuerdo del Gobierno no pretende una política natalista sino apoyar a las familias para que tengan los hijos que deseen.

En ese sentido propone mejoras tributarias, incentivos laborales, aumento de ayudas directas e incluso un Plan de Vivienda para el periodo 2002-2004 con el noble propósito de eliminar las «presiones especulativas sobre el mercado del suelo».

Habrá que ver cual es la plasmación presupuestaria de todos esos objetivos en los próximos años y si se consigue el concurso de patronal, sindicatos y administraciones. Desde el reconocido envejecimiento de la población, no se trata tanto de animar a los españoles al crecimiento de la prole como de estimular la natalidad en los primeros hijos, favoreciendo la vida laboral y el acceso a una vivienda digna, condiciones básicas para fundar una familia en un hogar independiente.

Y, paralelamente, desarrollar la solidaridad intergeneracional con los ancianos: la exigua oferta de 198.000 plazas geriátricas para 1.500.000 de ancianos dependientes es un problema acuciante que no se resuelve con empleados domésticos inmigrantes.

Nos encontramos ante una iniciativa importante pero que sería imperdonable se redujera a otro paquete de buenas intenciones sin compromisos económicos concretos cuando se trata de apoyar a la familia que supone un elemento clave para la cohesión social.  

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