Los chicos de 16 a 18 años quieren estar más rato con sus padres.
Sorprendente, pero cierto. Al menos, así lo revela un estudio presentado ayer
por la Diputación de Barcelona. Los jóvenes reclaman más tiempo a sus padres
y consideran la familia como el único valor seguro de la actualidad. No lo es
el trabajo, desde luego, ni los estudios o profesión elegida, ni mucho menos la
pareja.
La encuesta, realizada por la facultad de Pedagogía de la Universitat de
Barcelona entre 505 personas de 109 municipios de esta provincia, revela que la
falta de tiempo para compartir entre padres e hijos está considerado el
déficit educativo más grave por los propios padres, profesores, ayuntamientos
y en todas las franjas de edad, incluida la de 16 a 18 años. Para Violeta
Núñez, investigadora principal del proyecto, "si la familia opera como un
cojín para amortiguar las problemáticas sociales", de ello se beneficia
toda la sociedad, que los mantiene "aparcados" con la familia, donde
los chicos se sienten "queridos y admitidos".
Esta pedagoga considera que los enfrentamientos generacionales se reducen
"porque los padres prefieren tolerar según qué indefiniciones sobre sus
propias responsabilidades" antes que verterlos "a un mundo que no
piensa en ellos".
El peligro de esta "familiarización" puede ser, para Núñez, la
"falta de horizontes" y un "exceso" de familiarización que
encauce las energías juveniles por canales "social y culturalmente poco
recomendables". Junto a ello, apunta el estudio, hay que situar que el
lugar de encuentro de los jóvenes sea la discoteca, con sus "excesos de
alcohol y pastillas". Esta consideración de la familia como un ámbito
confortable colabora, según Núñez, en el retraso en la independencia juvenil,
que se sitúa en torno a los 30 años.
Los jóvenes opinan que son adecuadas las infraestructuras deportivas, pero
reclaman llenar de contenido las culturales, aunque son incapaces de formular
propuestas. Además, recelan de sus estudios, por la falta de perspectivas
laborales precisamente. En conclusión, Núñez señala que el vacío social y
económico genera "pasividad, dependencia y tiene efectos de
infantilización". Todos los encuestados consideran grave la falta de
guarderías.
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