Modelos de políticas familiares

Si generalmente se admite que la principal función del estado de bienestar es la redistribución vertical de tal forma que una parte de los recursos pasen de los ciudadanos ricos a los pobres, la política familiar introduce una nueva dimensión –la redistribución horizontal- de forma que se produzca una transferencia de los recursos de aquellas familias que no tienen hijos o que tienen pocos a las que tienen más. Igualmente, no hay acuerdo sobre si esta segunda dimensión se ha de considerar complementaria o alternativa a la primera. Mientras que algunos países –como ahora el nuestro- se centran casi exclusivamente en la primera, otros –como Francia- tratan de conciliar las dos dimensiones en la formulación de sus políticas sociales.

Anne-Helène Gauthier, limitando su análisis al período más reciente, distingue cuatro modelos de política familiar (Gauthier, 1996a : 203).

  • El modelo familiarista/natalista estima que la baja fecundidad constituye una cuestión suficientemente grave para justificar una intervención política. Es entonces responsabilidad del gobierno el soporte a las familias, especialmente en lo referente al fomento de la natalidad. En este modelo se insiste en la importancia de las prestaciones monetarias y en la necesidad de estimular el nacimiento del tercer hijo. Del mismo modo se establecen provisiones generosas de cara a los permisos de maternidad y a la oferta de plazas de las escuelas infantiles (guarderías). Estas medidas se disponen dentro de un programa general para reducir los obstáculos a la maternidad, especialmente aquellos que derivan de la falta de encaje entre las responsabilidades laborales y familiares. Esto no supone oponerse a la participación de las mujeres al mercado de trabajo ni restringir el derecho al aborto. Aunque todo el mundo considera más deseables las familias numerosas, se respeta el principio de la paternidad voluntaria. Francia y Quebec son representantes genuinos de este modelo.
  • El modelo tradicionalista plantea como objetivo primordial la preservación de la institución familiar. El soporte a la familia pasa por el estímulo del modelo familiar tradicional basado en la diferenciación de roles entre hombres y mujeres y en el papel del padre como sustentador principal de la familia. El gobierno asume la responsabilidad de dar un soporte mediano a las familias, pero sin que esto suponga abandonar la fe en el papel de la familia, de la comunidad y de la beneficencia. Si bien las madres que trabajan reciben prestaciones, todo el mundo desincentiva su inserción al mercado laboral a través de la fiscalidad. La escasa oferta de plazas en las escuelas infantiles (guarderías) no contribuye a la conciliación entre la vida familiar y laboral. La provisión de largas excedencias por maternidad aún conservando el lugar de trabajo inclina también a las mujeres a interrumpir su carrera profesional. La legislación sobre el aborto contiene ciertas restricciones al ejercicio de este derecho. Alemania es el país que corresponde de forma más fiel a este modelo.

  • El modelo igualitario se basa en la promoción de una igualdad más grande entre hombres y mujeres como su objetivo principal. Las líneas maestras de este contrastan acusadamente con el anterior. Su principal preocupación es avanzar hacia una familia más igualitaria en términos de asignación de roles conyugales. Así, el gobierno asume una responsabilidad plena en la creación de condiciones y oportunidades que permitan a las mujeres compaginar de forma más fácil el trabajo remunerado y el familiar y a los padres tener una implicación más grande en el cuidado de los hijos (en casa). Los permisos parentales (que no tan sólo incluyen los de maternidad) constituyen una de las piedras angulares de este modelo. Una oferta generosa de plazas de escuelas infantiles y permisos para el cuidado de hijos enfermos completan las medidas que tienden a hacer disminuir las desigualdades por razón de género. La legislación sobre el aborto es bastante liberal. Suecia y Dinamarca son dos de los países que se reconocen en este modelo.

  • En el modelo familiarista no intervencionista los gobiernos sólo asumen la responsabilidad de dar soporte a las familias cuando estas se encuentran en estado de necesidad. Si bien no se ponen obstáculos a la participación de las mujeres en el mercado de trabajo, tampoco no se les dedica un número excesivo de prestaciones.

La misma autora, en un artículo más reciente (Gauthier, 1998) introduce un nuevo tipo mixto basado en una diversificación más grande de las fuentes de soporte en servicios a las familias y en una colaboración más fuerte entre los gobiernos y los actores no gubernamentales, incluyendo a los empresarios.

Apresentação
1 - Introducción
2 - Modelos de políticas familiares
3 - Prestaciones monetarias y desgravaciones fiscales
4 - Servicios dirigidos a las familias
5 - Conciliación entre vida laboral y familiar
6 - Politicas dirigidas a familias numerosas
Tablas y cuadros

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